„Barack Obama, que preside las negociaciones, es el primer interesado en alcanzar un acuerdo que evite un recaída de una economía que da señales de estancamiento. El presidente sorprendió a propios y extraños al proponer la semana pasada un acuerdo ambicioso de reducción de la deuda por valor de 4 billones de dólares, y que recoge tanto dolorosas reducciones de las prestaciones sociales como un aumento de la presión impositiva de las rentas altas.
La propuesta fue un movimiento muy inteligente por parte de la Casa Blanca. Si fuera aprobada, Obama se podría presentar ante los electores como un líder responsable capaz de arrancar dolorosas concesiones a ambos partidos en aras de la reducción del déficit, gran preocupación de los votantes independientes. Además, dejaría en fuera de juego a sus posibles adversarios republicanos en 2012, pues les pondría ante la difícil tesitura de sumarse a un acuerdo histórico, o quedar marginados en la extrema derecha del espectro político.
En cambio, si el plan fuera rechazado, Obama podría argumentar que él apostó por un acuerdo ambicioso, y que fueron sus adversarios republicanos quienes lo vetaron por su miedo de enfrentarse a sus bases más conservadoras. O sea, que pase lo que pase, Obama sale ganando con su propuesta.
Los republicanos, por su parte, no quieren ni oír hablar de una subida de impuestos, una medida que se ha convertido en un verdadero anatema para los conservadores, sobre todo después del ascenso del Tea Party. La mayoría de los miembros de la Cámara de Representantes prometieron categóricamente en la campaña electoral que no subirían ningún impuesto, y si rompieran la promesa, les podrían salir por el flanco derecho duros adversarios en sus primarias.”