„En el periplo de Wen Jiabao, sin embargo, se han deslizado dos claves europeas. Una es la confirmación del interés de Pekín por apoyar a las economías periféricas de la Unión, mediante la fidelidad en la compra de su deuda soberana. Probablemente anide en ella la intención de influir en el eslabón europeo más débil para facilitar sus intereses estratégicos en relación con el conjunto. La otra estriba en haber jugado la baza de los acuerdos comerciales (compras de aviones Airbus) para intentar modular políticas comunitarias, como la medioambiental, en un intento de reducir las exigencias de Bruselas, que no convienen a Pekín.
Son planteamientos legítimos, aunque puedan criticarse algunos de sus extremos. Lo que resulta más lamentable es la imagen -y la realidad- de dispersión de la UE. No se ha recibido a Wen Jiabao como un conjunto articulado de países, sino como una lista de Estados diferenciados.
China es ya el primer exportador del mundo, la gran factoría manufacturera; la segunda potencia económica; la primera tenedora de reservas de divisas y el banquero del globo. Es preciso establecer una verdadera estrategia común europea de respeto y exigencia. Sin olvidar los problemas de la sostenibilidad de su crecimiento, su egoísta política monetaria y, sobre todo, sus carencias en estándares democráticos y en el imperio de la ley.”