„La irrupción de la juventud es en realidad la gran novedad política en el mundo árabe. Esta generación no pertenece a tradición alguna, nacionalista árabe o religiosa. Su cultura política no la han heredado del pasado, sino que proviene mecánicamente de la insoportable contradicción entre la libertad negada en la vida cotidiana y la libertad extrema de la que los jóvenes disfrutan en Internet, Facebook, Twitter, los SMS, etcétera. Esta es producto de la globalización - no la de la economía, sino la de los valores alternativos de ciudadanía y de democracia política.
Es la representación de otra forma de antiglobalización, típicamente relacionada con las condiciones específicas del mundo árabe. Nada hace prever que estos jóvenes vayan a dejar que los movimientos integristas aplasten bajo un nuevo manto de plomo su conquista democrática. A los egipcios, como a los tunecinos, no les queda otra posibilidad que aceptar ese reto y afrontar, de una vez por todas, la cuestión de la modernización cultural de sus sociedades.
El seísmo tunecino ha tenido su primera réplica en Egipto. Le seguirán otros temblores. La idea falaz según la cual los regímenes autoritarios son los mejores garantes contra la amenaza islamista ha muerto en Túnez y en El Cairo. Lo que ha ocurrido estas últimas semanas demuestra que los pueblos, cuando quieren la libertad, saben no tenerle miedo a nadie, porque han superado el mismo miedo.”