„De todas las selecciones la española estaba al menos un gol por encima. Y tenía que ganar el campeonato, si se producía la difícil justicia futbolística. La actuación de Iker Casillas fue sobresaliente durante todo el partido, e Iniesta fue muy bueno sobre todo desde que el árbitro le llamó la atención. Iniesta y Messi se activan a veces por detalles así en los partidos: cuando se les llena la cabeza de rabia y deciden ir con la cabeza caliente hacia la portería contraria. Iniesta conservó, a pesar del cabreo, la lucidez ahora clásica de su juego, y con Cesc ordenó la afluencia ofensiva de España hasta que alcanzó su objetivo: marcar, liquidar un partido que Holanda convirtió en una contienda difícil, bronca y mezquina.
Los holandeses rebajaron el fútbol a su mínima expresión, y convirtieron una final de campeones en un partido de golpes bajos. Ahora ya podemos celebrar no sólo el juego sino el triunfo, y espero que nadie le regatee nada ni a la alegría que se siente por el éxito de España ni al excelente juego que organizó Vicente del Bosque. España tiene derecho a la alegría, y esa viaja de África del Sur a España representada por veintitrés chicos que han dejado en el paladar del fútbol las sensaciones más contundentes e inolvidables.”