„En Estados Unidos existe un centro liberal-conservador cada vez más amplio que no se refleja en el estridente sectarismo del Congreso y los medios de comunicación. El país sale perdiendo Cuando David Cameron y Barack Obama informaron a la prensa sobre su cordial reunión en la Casa Blanca de hace unos días, no revelaron si habían hablado de la política interna de sus respectivos países. Si lo hicieron, Obama debió de palidecer de envidia. Porque el primer ministro británico cuenta con un ambiente político que es el que el presidente estadounidense quiere y necesita.
Obama, como Cameron, es un político del centro liberal. Ha intentado, una y otra vez, tender la mano a "la otra mitad de la Cámara". En su rueda de prensa conjunta, al hablar de sus planes para reducir el déficit y crear estímulos económicos, dijo que "mi esperanza es que consigamos una solución bipartidista a este problema". Daría lo que fuera por una mayoría parlamentaria sólida como la que la coalición de dos partidos (los conservadores y los demócratas liberales) proporciona al primer ministro británico.
A pesar de las numerosas concesiones, el proyecto de ley de sanidad de Obama no obtuvo votos republicanos en la Cámara de Representantes. Su ley de supervisión financiera logró solo tres votos republicanos en el Senado; la ampliación de las prestaciones de desempleo, dos. En televisión, radio e Internet, los estadounidenses se ven bombardeados por una política polarizada y sectaria que hace que, en comparación, los gritos que se oyen durante las sesiones de control al primer ministro en la Cámara de los Comunes parezcan una tea party elegante. Y no hay que olvidar que en Estados Unidos, hoy, Tea Party se ha convertido en el nombre de un movimiento político populista afín a Sarah Palin.”